Hacer una exposición con tus pinturas, dibujos, grabados, fotografías u otros medios gráficos, es una experiencia maravillosa, muy reconfortante y que aunque requiere un buen esfuerzo extra, yo creo que siempre da buenos frutos. También creo que es la mejor forma de vender las obras artísticas, aunque sea la más clásica.
Pero incluso para montar bien una exposición, se deben de aprender o reflexionar primero algunas cosas.
Este tema da mucho de si porque se trata de aprender a vender. Hoy quiero compartir la experiencia de un amigo pintor, que me envió por correo su método para hacer una buena exposición. Son muy buenas ideas y espero que mucha gente las pueda aprovechar. Es una redacción paso a paso y bien explicada de cómo montar una exposición.
Antonio López en el montaje de una de sus exposiciones.Fuente Blogsaverroes.
¿CÓMO VENDER NUESTRAS OBRAS? LA EXPERIENCIA DE EXPONER MI OBRA
Escrito por un amigo del blog.
Objetivo fundamental : exponer mi pintura en las condiciones más favorables para venderla.
1 . La investigación de los lugares donde puedo exponer
Empezamos a buscar respuesta a una pregunta fundamental: ¿DÓNDE EXPONER?
Confeccionemos una lista de posibilidades:
1 -1- Las Galerías de arte.
Prácticamente elimino de entrada esta probabilidad. Sé por información a través de colegas experimentados que, aunque aceptasen la calidad de mi obra, me exigirían un desembolso de dinero importante como alquiler de la sala, además de catálogo y copa de inauguración pagada por el artista. Aparte, exigen un alto porcentaje de comisión sobre la venta sin garantizar anticipadamente ningún resultado. El porcentaje suele rondar el 30-40 %, lo que obligaría a incrementar «mi» precio neto en un 50%, además de la inversión inicial a fondo perdido.
1 – 2- Las tiendas.
Descarto también alguna pequeña galería/taller de enmarcado o tienda de muebles que hay cerca de casa, donde posiblemente estarían dispuestos a exponer por un pequeño porcentaje sobre la venta o cesión de alguna obra. Creo que ya no es el sitio apropiado, aunque reconozco que hubiera sido una opción a considerar en mis comienzos para darme a conocer en el barrio exhibiendo obras en pequeñas cantidades.
1 – 3 – Los centros Culturales.
Los Centros Culturales Municipales dependientes de Ayuntamientos se muestran bastante abiertos a la presentación de artistas noveles y algunos de ellos están dotados de salas de exposición muy bien instaladas.
En las grandes ciudades, según los diferentes distritos, la lista de espera puede variar desde seis meses a un año y medio. Normalmente las exposiciones se presentan en periodos de 15 días. En mi caso, inicialmente, es una de las opciones que considero más interesante, aunque tuviese que esperar un año. Además, resultaría muy ventajoso si pudiera conseguir plaza en el cercano Centro Cultural del barrio.
1 – 4 -Establecimientos de hostelería.
Si busco por Internet locales de este tipo en los que se celebren exposiciones, fácilmente puedo encontrar dentro de mi ciudad veinte o treinta hoteles, cafeterías, bares o restaurantes en los que se muestran habitualmente.
Los típicos locales de ambiente juvenil pueden ser apropiados para fotografía, dibujo o grabado que normalmente se ofrecen con precios más asequibles que los que yo pienso valorar mis óleos.
En cuanto a restaurantes y cafeterías, el público acude a ellos esencialmente para comer o charlar alrededor de una mesa, aunque puedan echar una rápida mirada a la decoración.
Los hoteles son una opción interesante, lo sé por experiencias de algunos amigos/colegas. El hotel busca mantener y/o aumentar su prestigio ante sus clientes habituales a la par que ofrecerles un entretenimiento cultural.
Lo más lógico es que entre los huéspedes, viajantes de paso por la ciudad, no nos surja ningún cliente; pero el ambiente puede ser una buena «ratonera» si empujamos hacia ella a «nuestros ratones».
No es difícil conseguir que nos dejen utilizar el espacio por unos días a cambio de cederles una obra, incluso pueden contribuir ofreciendo un modesto ágape de inauguración o proporcionarnos los productos al precio de costo si nosotros mismos o algún amigo hacemos de camareros.
Resumiendo, tomo buena nota de la posibilidad que presentan los hoteles y rechazo el resto de los establecimientos de hostelería.
1 – 5 – Asociaciones.
Incluyo en este apartado toda esa variedad de agrupaciones (deportivas, culturales, artísticas, profesionales, literarias, musicales, etc.) que disponen de Centro Social dotado de instalaciones en las que se celebran eventos como conciertos, conferencias, exposiciones, etc. Las más prestigiosas actúan prácticamente como museos, incluso cobrando la entrada al público, pero muchas de ellas son de libre acceso, como ciertas Casas Regionales en las que se presentan concursos y exposiciones artísticas o algunas ONG dispuestas, por lo general, a que utilicemos sus instalaciones a cambio de cederles un pequeño porcentaje sobre la venta.
En mi lista inicial no incluiré ninguna de las más importantes, pero tendré en cuenta algunas de este segundo tipo, añadiendo algún club especial como por ejemplo los de golf, hípica o tenis.
1 – 6 – Al final, la selección de posibles lugares.
Sopesando pros y contras con la máxima atención, confecciono una lista con las características esenciales y datos de contacto de las, por ejemplo, veinte mejores opciones que supongo preferentes entre las que he elegido según el apartado anterior.
Esas veinte opciones van a ser a partir de ahora mis objetivos y quiero auto-convencerme de que voy a terminar cazando pieza. Ya no me vale el cañón, desde este momento tendré que disparar con telémetro.
2. Contactar con el sitio donde queremos exponer
Comienza una etapa decisiva. Es fundamental planear los contactos lo más directos posibles, personales.
Descartemos inicialmente la facilidad del correo electrónico. Incluso es posible que necesite algún tiempo de «el trabajo» para dedicarlo a «mi trabajo». Pero no tengo prisa, me hago a la idea de que, después de lo que he tardado en decidirme a exponer, bien puedo dedicar algunas semanas o incluso meses a buscar el sitio más apropiado.
El teléfono, usado de la manera más educada y suave posible, puede ser la llave. No vayamos de prepotentes, de listos, ni como ese «comercial agresivo» que algunos, desgraciadamente, han puesto de moda.
En general, la gente se comporta amablemente cuando pedimos, simplemente y por favor, información.
Llamo por teléfono al sitio elegido, me presento y pregunto por la persona responsable con la que podría tratar acerca de mi posible exposición. Si tengo la suerte de hablar directamente con la persona, le informaré de mis intenciones y procuraré concertar una visita para entregarle mi dossier, conocer su primera opinión sobre mi obra y ver las condiciones de la sala.
Si en mi primera llamada me dicen que tienen otras solicitudes y ponen como condición el aceptar previamente mi obra, ahí tendré nuevamente la excusa para entregar el dossier en mano y conocer la sala y condiciones. Hasta agotar todas las posibilidades de contacto personal no me daré por vencido para rechazar la opción y pasar a la siguiente de la lista.
En el caso de los Centros Culturales Municipales, donde la sala se concede por fechas según el orden de las solicitudes y la petición se presenta por escrito, antes de entregar el dossier estudiaré las diferentes oportunidades que ofrece cada Centro teniendo en cuenta las fechas de disponibilidad, situación, instalaciones, iluminación, etc. Después, procuraré hacer un seguimiento personal de mi solicitud.
3. La decisión / selección final del sitio donde exponer
Seguimos nuestra historia. Me imagino que he trabajado unos meses haciendo contactos y finalmente he conseguido tres posibilidades interesantes.
Una de ellas era en una asociación cultural, más bien literaria, en el centro de la ciudad, otra en un exclusivo club de golf a cincuenta kilómetros; en ambos casos ambiente totalmente desconocido para mí.
Al final me he decidido por la seguridad que da el sentirse relajado y entre caras conocidas, porque he tenido la gran suerte de que me han concedido un Centro Cultural Municipal, no exactamente el de mi distrito, pero relativamente cercano y bien comunicado.
El sistema de anclaje está un poco deteriorado, a ver si consigo que lo reparen pronto.
La iluminación no es nada del otro mundo, pero es aceptable. Ya tengo la ratonera, ahora a por los ratones.
4. La promoción de la exposición
De los nueve meses con que me anticiparon la fecha de la concesión de la sala han pasado siete, faltan unas seis semanas para la inauguración. Aunque sigo pintando a diario, ya tengo completamente terminados, barnizados y enmarcados los treinta óleos que voy a exponer.
Para abaratar lo más elegantemente posible, he elegido un único tipo de marco, un simple listón de madera de 1,5 cm de ancho en color blanco mate, de esos que llaman «tipo arquitecto».
Tendré que diseñar un díptico para imprimir en papel tamaño DIN A 5.
En la portada puede aparecer como fondo una buena foto de una de mis obras preferidas con el texto anunciador de la exposición, fechas y horario que previamente acuerde con el Centro Cultural así como fecha y hora de la inauguración.
A falta de un importante currículum, en la contraportada puedo incluir algo escrito por mí hablando de mis aspiraciones o algún tema relacionado con el arte.
También podría sustituirse por unas cuantas frases famosas de maestros históricos. En la página interior derecha podría incluirse un listado numerado de las obras. En el reverso del díptico indicaría algún dato mío de contacto.
Es importante que en la portada aparezca la dirección completa del Centro, ya que, aumentada de tamaño (DIN A 4), nos servirá como cartel anunciador.
Con unos quince días de anticipación empiezo a hacer «el mayor ruido posible» para darlo por terminado completamente 8 ó 10 días antes de la inauguración.
Envío el díptico por correo electrónico a todos mis contactos y por correo ordinario a los que no dispongan de Internet, reparto ejemplares en mano por todo el barrio, a vecinos, amigos y conocidos. Pego carteles en los comercios, bares y cafeterías que me lo permitan dejando algunos dípticos al mismo tiempo y, por supuesto, no me olvido
de familiares, incluso lejanos, ni de los compañeros de trabajo. No será difícil conseguir, sin cargo, un anuncio en alguno de los típicos periódicos gratuitos del distrito. Los últimos días anteriores a la inauguración me dedico a dejarme ver por la zona lo más posible e incluso por los alrededores del Centro donde se va a exponer, estudiando el ambiente.
Es muy importante tener en cuenta que mi primer cliente, con el 99,99 % de probabilidades, va a surgir de entre los conocidos, amigos, compañeros de trabajo o familiares que visiten la exposición. Casi con absoluta seguridad, no va a ser un visitante desconocido. Y además, también es muy probable que mis primeros compradores vuelvan a serlo en el futuro. Según lo que me cuentan mis amigos-colegas, es relativamente frecuente que algunos primeros clientes iniciales acaben transformándose en coleccionistas, incluso en mecenas.
5. La inauguración
He llegado a un acuerdo con la empresa en la que trabajo para que me concedan unos días o medios días libres a cuenta de mis vacaciones.
De acuerdo con el Centro, he fijado la inauguración para las siete de la tarde de un sábado. La exposición se mantendrá abierta durante quince días, de lunes a viernes en las dos horas finales de la mañana y las tres últimas horas de la tarde-noche. ( De 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00)
Con la ayuda de la familia y algún amigo, los cuadros ya están colgados en los lugares y orden que hemos elegido buscando el mejor ritmo de temas, luz, color, etc. Cerca de cada obra, en la esquina inferior derecha hemos colocado rótulos impresos (lo menos estridentes posible) en las que se lee, simplemente, el nº y el título de la obra como
ya indicamos en el díptico.
Importante: no hemos pegado en las paredes ninguna lista de precios. Vamos a trabajar con solamente unas 10 ó 12 listas impresas, (plastificadas, lo que prácticamente obliga a devolverlas) que ofreceremos solamente a los visitantes que nos la soliciten. Es una forma de conocer, a priori, quién puede estar realmente interesado en comprar.
Por muy poco dinero hemos preparado y adornado una mesa con unas botellas de vino dulce, pastas, frutos secos, vasos de cartón y servilletas de papel. Un colaborador se mantendrá cercano a ella actuando como camarero, pero mi idea es tener la posibilidad de acercarme para tomar una copa charlando con los posibles clientes.
Personalmente, me he fijado como meta conseguir que acudan como mínimo 100 personas a la inauguración, no lo veo difícil. Y he conseguido que el mismísimo Concejal de Cultura del distrito venga a pronunciar un minidiscurso de inauguración, a los políticos siempre les gusta «salir en la foto».
6. La primera venta
Ahí lo tengo. Hace un buen rato que está parado de pié ante un cuadro. Se acerca, se aleja y noto que incluso entorna los ojos de vez en cuando. Veo que no tiene en las manos la lista de precios.
Creo que nos conocemos de vista, pero es la primera vez que hablamos.
Me acerco, me dice: tú eres X, ¿verdad?.
Respondo: sí, ¿te gusta?
Responde: ¿qué precio tiene?, y yo, comienzo una larga disertación explicándole cómo lo pinté, porqué, cuando, etc. que él interrumpe de vez en cuando preguntándome el precio y que yo contesto con evasivas señalándole alguna parte del cuadro.
Finalmente, cuando yo creo que está lo «suficientemente enamorado» de él, le digo el precio. Si se genera discusión, todavía me quedan opciones para vender: dedicatoria exclusiva en el reverso del lienzo, aplazar el pago en tres meses, etc. pero siempre conversando frente al cuadro, dejando que él se vaya enamorando más a cada momento. Comprará. Y nos haremos amigos, y volverá a comprar.
El final y la vuelta a empezar.
Pintura de François Joseph Heim titulada Charles V entregando los premios a los artistas en la clausura del Salon de París 1824. Fuente
Amigo mio, gracias por compartir con todos nosotros una de las experiencias más importantes de un artista: HACER UNA EXPOSICIÓN!!!